Cuando doy un masaje tántrico, lo vivo como una adoración del Ser que se revela completo ante mi, se despoja de sus vestuarios, y se deja mecer por la vida, que lo atraviesa hasta fundirlo, y yo soy un manantial de amor que lo empapa. Me hago canal de vida y acompaño el baile que me propone el pulso, y me abro a acoger cualquier proceso que se haga visible o invisible, sin el mas mínimo interés de conducir, intensificar ni obviar nada, solo colaboro, con minuciosa escucha, con los acontecimientos.

Te esperaré con el corazón abierto,  lista para recibirte sin filtros, y nos tomaremos unos minutos para despejar dudas y conocernos un poquito más.
Haremos un ritual de limpieza energética, reconocimiento y honra, que armonizará nuestra respiración con el sentimiento intimo que lata ahí.
Te pediré que vayas a el  futón que encontrarás en el suelo. 
Utilizaré aceite de sésamo ecológico y aceites esenciales calientes o tibios para masajearte.
Recorreré todo tu cuerpo, para que habites cada centímetro olvidado, acogiendo a todo el Ser, y pese a que no hay un camino a seguir, si lo sostiene una técnica, que combina pases profundos largos o cortos, lentos o rápidos, con toques más suaves y sutiles.
Dispondremos de una hora para hacer la parte de atrás y otra para delante.
Completaremos la experiencia con un momento de quietud sostenida y compartida, y tendrás un tiempo para el reposo y la integración en soledad.
Finalmente abriré un espacio para compartir desde la palabra, por si apetece hablar de  lo vivenciado.

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